El rostro de Dios.
Este tema va
para los que estamos consagrados.

¿Qué rostro de
Dios conocemos?, ¿cuál hemos
experimentado? Porque ese es el que estamos transmitiendo.
Porque muchas
veces con nuestras conductas, actos y actitudes estamos dando testimonio de un
Dios castigador, recto y estructurado, perfeccionista, que no tolera el error o
las caídas. Y si las tolera, no hasta 70 veces siete, sino a la tercera, y se
le acaba su paciencia y su misericordia. Un Dios de duro corazón, incapaz de
doblegarse a escuchar al más pobre, y más pecador.
Pues el rostro
que Cristo nos vino a revelar de su Padre, es un Dios de rostro tierno,
compasivo, e infinitamente misericordioso. Lento para enojarse y generoso para
perdonar. Es el Padre del hijo pródigo, que en ningún momento le reprocha sus
actos y actitudes, simplemente lo abraza, lo llena de besos y le organiza una
fiesta.
Nuestro
testimonio, habla de nuestra experiencia.
Porque a la
persona no se le valora por sus actos o actitudes, sino por lo que ella es en
sí. Porque tiene una hermosa dignidad, porque tiene sentimientos, tiene
corazón, porque tiene derecho al amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario