Detrás de una experiencia.
Para entender a lo que
me refiero es necesaria una experiencia profunda y para que esta se dé, se
necesita una disposición y apertura a
toda posibilidad, sí, se trata de estar siempre abiertos, aún cuando no
entendemos ni comprendemos.
Hablando un poco de
mí; mi experiencia se llama Dios. Es atravez de ÉL que fui encontrando la
libertad y como consecuencia mi encuentro con una profunda y verdadera
felicidad. Aún me falta más por descubrir pues aún estoy de camino, pero estoy
muy contenta y feliz.
A mí nadie me dijo: ya
no hagas esto o lo otro; y aunque me lo hubieran dicho, no fue sino hasta que
un día normal como todos, y sintiéndome esclava, y resignada a no tener
solución, me empecé a encomendar a un hombre llamado Jesucristo, al cual no
conocía, y la imagen que tenía ante mí, era de un cuerpo muerto, sin embargo me
atreví a suplicarle con lagrimas, que me ayudará, que se apiadara de mí, esto
lo hice por algún tiempo.

Este fue el
acontecimiento que marcó mi vida, atravez del cual empecé un proceso de
clarificación y conocimiento de la realidad, y de mi realidad. De lo que estaba
viviendo y de lo que estaba llamada a vivir.
Fue tal el impacto de
dicha experiencia que ya no le encontraba sentido a lo que estaba acostumbrada
y que se me hacía muchas veces de lo más normal. Desde esa experiencia, ya sólo
me interesaba ese HOMBRE, con el que me había encontrado, seguirlo, y conocer y
colaborar en su proyecto.
Me atrevo a hacer la
siguiente comparación, que aunque es muy lejana a la realidad de esta
experiencia creo, que atravez de ella se puede entender un poco más. _es como
si conocieras de pronto a un gran magnate, un hombre muy rico y millonario;
Ante el cual tu creías pasar desapercibida, de pronto te lo encuentras y te das
cuenta que te tiene muy bien identificada, pero no te dice mucho, no te invita
a trabajar, pero te deja su dirección para que lo busques si así lo deseas.
Pues lo primero que haces es ir a buscarlo, visitarlo, pensando en que tal vez
pudieran ser amigos, o te pudiera ofrecer trabajo, en fin.
Bien pues esto es lo
que pasó conmigo. Jesús que me habla y me deja como su dirección encontrar un
claustro. Desde ese momento planee todo para dejarlo todo e ir en su búsqueda,
quería ver donde vive, qué hace, etc. Y al llegar a este lugar que él me había
mencionado, me encuentro con un grupo de mujeres muy sencillas y muy felices,
que viven con él y para él. Él no tiene grandes empresas, pues el mundo entero
le pertenece.
Con esto no pretendo
decir que todos se hagan monjes y monjas, sino que se dejen desafiar por la
experiencia, y se lancen a conquistar la libertad y felicidad que ofrece este
Hombre, llamado Jesucristo, que muchas veces podríamos pensar, que está muerto,
pues murió crucificado, y que el que haya resucitado, pudiera ser producto de
un pensamiento, fanático y poco ilustrado. Pero no es así, pues está vivo, y
más presente en la realidad, de lo que pudiéramos imaginar, de no haberlo
comprobado con la experiencia que él me
regaló, no lo estaría afirmando con
tanta seguridad.
Es aceptando el reto
que él nos ofrece, que podemos, ir caminando de bien en mejor, soltando cadenas
y ganando libertad, al mismo tiempo que logrando ser auténticos, y no sólo uno
más de la masa, sino alguien diferente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario