Detrás de su mirada.
A un niño sólo basta observarlo un instante y te envuelve con magia; esa
magia de la ternura, dulzura, alegría. Ese brillo en los ojos que te hace
amarlos, esa mirada tan profunda y transparente, que te deja ver todo su
interior; y algunas veces dice con esa mirada: -“yo no fui, no me juzgues, no
me culpes, sólo mírame, y bríndame comprensión y cariño, que tanta falta me
hace.”
Con otra mirada, es como si dijeran: -“no soy malo, no soy grosero, me
han enseñado a ser así, yo quiero ser bueno, pero, ¿quién me enseña? Mírame,
estas cansado o cansada, cuanto daría por ayudarte, pero no sé cómo y no puedo,
soy muy pequeño, mis manos tan pequeñas no hacen cosas grandes, mis pies tan
pequeños no dan pasos grandes, aunque los dan rápidos.”
-“¿sabes? Rompí un cuadro el otro día, no sabía que al brincar y toparlo
se caería. Tú me gritaste y me reprendiste. Tú pensaste que yo sabía lo que
sucedería, que lo hice a propósito, y no, yo no sabía. Ciertamente me olvidé de
tener cuidado. Perdóname, ¿sabes? Hay muchas cosas que no entiendo y por eso es
que pregunto y pregunto. Tú ya sabes que soy tan pequeño y a mi corta edad, no
logro comprender muchas cosas de este mundo.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario