AMARLOS Y CUIDARLOS SIEMPRE.
Cuenta mucho el tiempo en el que me privo de mi misma, para dedicárselos
a ellos, así como la calidad de atención que les brindo, y hasta qué punto soy
capaz de usar la creatividad en beneficio de ellos.
También hemos de tener cuidado con las personas a las que se los
encomendamos, muchas son buenas, pocas no. Y recuerda que el enemigo no siempre
es un bandido que vendrá de la calle, sino el peor enemigo puede estar entre
nosotros. Prevengamos a la medida que nos sea posible, un maltrato físico,
acoso o incluso una violación sexual. Ya que con semejante experiencia, el daño
es muy fuerte.
Sí el niño sufre la falta de comprensión y atención de sus padres, y es
entregado en manos extrañas, que no son amorosas. Entonces ¿hacia dónde vamos?
Evitemos esto, y tengamos la mejor disposición de vigilancia con nuestros
hijos, que son la niña de nuestros ojos.
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