Hemos de tener claro
que nuestro papel de vanguardistas es más bien inclinado a la
construcción, integración y valoración
del ser humano, porque sólo construyendo a la persona construimos el mundo. Ese
es nuestro papel, formar personas y no objetos de uso, desechables.

Hay un fenómeno que se viene dando, al que muchos le llaman
de vanguardia y no es precisamente en la línea de la construcción; a lo que me
refiero , es que no me
parece sano
el que se les permita a la niñas el modelaje.
Si bien vamos analizando el modelaje, detrás de él, hay vanidad,
exhibicionismo, etc., que despierta sensualidad, en quien lo realiza y en quien
lo ve (claro dependiendo los ojos de quien lo mira) también despierta
competitividad entre mujeres, de rostro
y cuerpo, que muchas veces es por don de Dios y otras fruto de cirugías,
y ¿qué se gana con esto? ahora imagínense cómo manejarían esta serie de
cuestiones las chiquillas. Con esto sólo estamos fomentando, el admirar y
valorar la superficie de la persona; cuando detrás de un rostro
cualquiera lo más bello y valioso es su
dignidad de hijos de Dios, así como sus
cualidades, capacidades, su integración, su equilibrio emocional, su
capacidad de amar, su autenticidad. Sin máscaras, ni complejos serios de
superioridad e inferioridad, enfermedades, que si no destruyen, si detienen el
crecimiento
humano, que trae como
consecuencias
la falta de servicio y
caridad,
en los más cercanos, y menos en
la sociedad.
Si esto es lo que estamos sembrando, para nuestro futuro,
entonces, si ahora hay muchas barbaridades, ¿cuántas nos esperan con este tipo
de formación, hueco y vacío?
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