LA VIRGEN MARÍA.
María, madre de nuestro señor Jesucristo, virgen y santa.
Ella es el verdadero modelo de mujer, mujer sencilla que se entrego, confiando
sólo en Dios, para nuestra redención.
Se arriesgo aun sabiendo lo que le podía pasar, cuando el
pueblo se enterase de su situación de
embarazo. Aún así, acepto responsablemente y asumió las consecuencias hasta el
último momento.
No nació doncella ni princesa sino mujer sencilla como tú y yo.
Por gracia de Dios fue llevada al cielo desde donde intercede por nosotros y
nuestras necesidades, las cuales conoce, puesto que las vivía.
María es la gran mujer que ha influido desde siempre en mi
crecimiento espiritual.
Yo no la conocía y aunque me hayan hablado de ella, no fue
sino hasta que ella se acerco a mí, que
la conocí.
Ella se acercó a mí para mostrarme cómo siempre me ha
cubierto y me seguirá cubriendo con su manto. Yo sin saberlo, ni
Haberlo entendido Ella me acompañaba y cubriéndome con su
manto lloraba conmigo en mis momentos más tristes y de profundo dolor.
Reconozco que en el tiempo que me enfrié en mi cercanía y
relación con nuestro Señor fue atravez de la virgen María y meditando el santo rosario, es como
regresaba a mí la devoción a nuestro señor Jesucristo. Esto en mis primeros
pasos de vida espiritual.
“Cuando a Ella siempre he mirado, presurosa a su Hijo me ha
llevado.”.¡Bendita sea María, madre de Cristo Resucitado!
Este es el apoyo maternal que de la Virgen María he recibido,
lo que he narrado de forma muy concreta. Pero que ha sido una experiencia muy cercana, fuerte y
profunda que no me alcanzarían las palabras para explicar. Ya que ha sido una
experiencia que abarca todo el ser. Y no sólo se establece en la fe ni sólo en
la razón sino que se complementan para dar paso a esta vivencia tan rica.
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