En la sagrada escritura.
Desde el antiguo testamento tenemos referencias de la existencia del vino, desde los más antiguos profetas, como algo que proviene de los frutos de la tierra, en aquellos tiempos principalmente de la uva, hoy es más común de la caña de azúcar, del maguey, cebada, etc. Por lo que considero que no es malo, pues viene de la naturaleza, y todo lo que creó Dios, lo creó bueno.
También
encontramos que en el antiguo testamento dice: -“el vino alegra el corazón del
hombre.”
En el Nuevo Testamento encontramos, que Jesús
convirtió el agua en vino; no lo convirtió en agua fresca, de Jamaica u otro
sabor, sino en vino, y el tomar en cuenta esto es importante.
Y lo
convirtió en vino que alegra el corazón del hombre, para que todos siguieran
alegres en aquel gran acontecimiento de bodas, es decir que Cristo no está en
contra de nuestra alegría, que Cristo no es un escrupuloso, ni un cerrado, pero
a nosotros nos corresponde hacer uso adecuado de nuestra libertad, con actos
que favorezcan la unidad, la fraternidad, la convivencia, los medios que usemos
son secundarios, lo importante es salvaguardar siempre la dignidad de las
personas.
Y en este caso hablando del alcohol, presente
siempre en nuestras fiestas. Lo malo está cuando nos centramos en él, buscando
curar con él nuestras heridas, olvidar nuestras penas, entonces fracasamos,
porque no está creado para eso, y sí continuamos con nuestra esperanza en quien
no tiene nada que ver, como es el alcohol, esperando resultados, sólo nos
iremos sumergiendo más en él. Lo importante es no olvidar, “que el vino es para
alegrar”…, y no para perdernos.
Tengamos siempre en cuenta nuestra verdad; que
somos seres creados a imagen y semejanza de Dios con una hermosa dignidad, no
la ensuciemos, ni descuidemos. Esto es lo que somos, lo demás son accidentes,
como el ser víctimas del alcoholismo, o esclavos de este, etc. Una enfermedad a
veces difícil de curar, más no imposible para Dios. Él todo lo puede, y con él nosotros también.