Verano.
Posteriormente se va entrando poco a
poco a la etapa veraniega, en la que surgen características más peculiares.
Como: calorcito, lluvias abundantes, los arboles florecen.
Se trata de buscar un tiempo de
descanso, esto es en cuanto a la estación, pero en el interior va pasando algo
semejante.
Empezamos a sentir calor que nos
abochorna, cuando nos humillan, cuando algo no nos agrada. Y quisiéramos, e
incluso muchas veces lo hacemos, contestar, y mostrar todo el calor de nuestra
irritación.
Sí, de ese calor de coraje que sentimos
en el interior que nos desespera y que nos lleva a perder la paciencia.
Pero, esto es un rato, porque luego cae
el aguacero de gracias, dones, gozos y alegrías, que nos llevan a florecer en
virtudes; amor, empatía, etc.
Se nos ve verde de esperanza, frescas a
la voluntad de Dios.
Nos refresca alguna manifestación de
Dios, que nos da la fortaleza para seguir en este estado veraniego del alma.
Este estado veraniego, viene en
consecuencia de la primavera, pues el estado primaveral nos afirmó y preparó
para continuar el camino.