Finura, delicadeza y justicia.
Muchos de nosotros, a veces no tenemos la finura y delicadeza para
tratar a los niños.
Algunos si, a estos les envío mis felicitaciones.
Pero la gran mayoría de los que no los sabemos tratar, solemos,
juzgarlos, criticarlos, haciéndolos objeto de nuestras pobres pláticas, les
buscamos hasta el mínimo defecto y diciéndoselos ante los demás, los
hacemos sentirse avergonzados.
Ah, pero si les exigimos,
respeto, amor, y agradecimiento. Nos
atrevemos a pedir algo que no hemos dado, y a exigir lo que no hemos sembrado.
¡Vamos adultos! Reaccionemos un poco, y pensemos, en lo que realmente le
damos al niño y qué es lo que le pedimos.
No olvidemos que tarde o temprano se
cosecha lo sembrado. Seamos racionales y no queramos cosechar uvas, donde sólo
hemos sembrado nopales.
Seamos justos, educando con justicia, enseñando con bondad, dando con
generosidad, pero sobretodo la palabra clave es amar.
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