Los niños encierran un gran misterio, dentro de
este se encuentra su realidad de ir madurando poco a poco, atravez de lo que va
viviendo, aprendiendo y conociendo.
Un misterio abierto hacia la esperanza, de todo
un mundo maravilloso que atravez de él y del juego podemos encontrar. Basta con
sentarnos a meditar la inmensa verdad que la encierra, y sus propias ocurrencias con las que nos ha de enseñar.
No los critiquemos, dejémoslos ser ellos
mismos.
A veces tienen ciertas características físicas, que según nosotros no
van con la sociedad. No nos enredemos en cosas que no tienen validez humana ni
moral, no nos dejemos llevar por cosas llenas de superficialidad.
Si el niño hubiera tenido la oportunidad de
elegir sus propias características, les aseguro que tal vez no hubiera pedido
las que tiene, tampoco hubiera elegido los padres que ahora tiene, si estos lo
maltratan. Pero no la tuvo, así que mejor ayudémoslos a aceptarse y valorarse.
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