Regresando al tema de las grandes mujeres, les invito a leer
acerca de ellas pero no a quedarse en la pura admiración, sino que te sirva de
estimulo fuerte, que te lance a ser tú
también trascendental, autentica e inmortal;
para tu familia, para la sociedad, y porque no, para el mundo entero.
Al hablar de grandes mujeres, no me refiero a la cantidad de
dinero que puedan tener, sino a la
calidad de su entrega y del uso que
hacen de sus capacidades y habilidades.
No recomiendo admirar
a aquellas mujeres de la actualidad, que por un lado hagan grandes cosas y por
otro estén llenas de soberbia y
vanagloria; que por un lado tienen obras brillantes y por otro estén apoyando a grupos inhumanos, a favor del aborto,
libertinaje, o algún otro grupo con características que atentan contra la
dignidad del ser humano.
No apoyo a mujeres talentosas llenas de carisma y capacidad para ayudar, pero que sólo se
sirvan de esto para buscar sus propios intereses, que las hagan colaborar en
actos realmente sucios, abominables que excluyen, marginan y maltratan los
derechos de las personas y en especial los más vulnerables.
Para una verdadera mujer, lo importante siempre deberá
ser “el ser humano”.
Cuando en una persona, independientemente de las obras
benéficas que realice, exista en ella altanería y soberbia en exceso, es por
ausencia de humildad, y ya hemos visto que humildad es andar en verdad. Por lo
que se concluye que la soberbia es compañera de la falsedad; y no apoyo la
falsedad, sino sólo la verdad. Porque esta libera y te lanza a la felicidad.
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