En el libro de Ezequiel 37- Habla acerca de los huesos secos, por los
cuales le pregunta Dios al profeta:
-¿Hijo de hombre podrían revivir estos
huesos?
El profeta responde:-Oh, Señor Yahve tú lo sabes. Entonces Dios ordenó,
Profetiza sobre estos huesos secos y diles: huesos secos escuchad la
palabra de Dios, así dice Yahve el Señor a estos huesos. “voy a infundir
aliento de vida en vosotros y reviviréis, os pondré tendones, haré que os
recubra carne, os revestiré de piel, os dotaré de aliento de vida y reviviréis.
Y sabréis que yo soy Yahve.
Es decir que por más dañada que este nuestra vida, por más traumada,
ultrajada y pisoteada e incluso olvidada y seca como los huesos, de la que no
se vea ni un rayito de luz, para salir de dicha situación; Dios Padre puede devolvernos
la vida y hacernos revivir, mediante un proceso, pero certero.
Dios puede descubrirnos ese hálito de vida que desde siempre ha puesto
en nosotros y que las circunstancias de la historia, cultura, etc. hayan
ofuscado y recubierto con grandes
situaciones trágicas y dolorosas; Él puede romper esas piedras de nuestros
sepulcros, resucitarnos y volvernos a la vida.
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