domingo, 8 de julio de 2012


Aprendiendo a disfrutar de la belleza de nuestro ser.

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 Les invito a disfrutar  de nuestra esencia de mujer, de esa gran belleza  de nuestro ser. Por ejemplo: algo que es muy natural en nosotros es la menstruación, y cuántas mujeres lo consideran una maldición, se la pasan quejándose y portándose insoportables, mes tras mes.
 Cierto que a veces es incómodo, lo acompañan  cólicos y dolores fuertes, y todo lo  que las mujeres sabemos.
 Pero por qué no aceptarlo y verlo desde  otro punto de vista más positivo, y disfrutarlo como un distintivo de nuestra naturaleza procreadora.
A pesar de que la corriente feminista está en su apogeo, no todos los medio nos la presentan desde su realidad, sino más bien nos la presentan como una opción que esclaviza, que nos hace perder de vista la realidad de delicadeza y verdadera femineidad.
Es importante conocer los derechos que los demás tienen para nosotros, pero más importante  es también conocer los nuestros, en su esencia, para dar testimonio con la vida e invitar a hacer más visible ese sentido de respeto.

La clave la tenemos mujeres, pero hay que desarrollarla y no dejarnos llevar o engañar por corrientes de modernidad.
Nuestra naturaleza humana está hecha para procrear física y espiritualmente. Nosotras decidimos si la adoptamos sólo físicamente y de manera exclusivista o nos abrimos a horizontes espirituales más trascendentales.

Sucede que cuando nuestro cuerpo alcanza su madurez  procreadora, se despierta para su función. Siente entonces como una necesidad de buscar su complemento del sexo opuesto, esta es nuestra parte animal. 
Pero nosotros estamos creados a imagen y semejanza de Dios, con razonamiento, inteligencia y libertad; así como también la capacidad de amar, es por eso que no nos vamos a dejar llevar por estos síntomas del cuerpo, sino que lo vamos a educar. Así como nosotras las mujeres somos muy finas y delicadas y no cualquier baño solemos usar, y tenemos mucho cuidado de higiene en muchas cosas, esa misma delicadeza de cuidado y control deberíamos usar para nuestra sexualidad. No la vamos a frustrar, sino vamos a encaminarla para darle el uso correcto, duradero y gozoso como fue creado.
En estos últimos años se ha perdido el verdadero sentido del amor y de ahí parten muchos problemas que  actualmente afrenta nuestra sociedad. No es que solo nosotras tengamos la culpa, pero si tenemos responsabilidad y un papel muy importante, que con nuestro empeño y esfuerzo puede ir mejorando este sistema  de modernismo. 
Por otro más moderno, pero con más valores y más peso moral que nos asegure un futuro más prometedor.
Hablo de nosotras que tenemos una visión más amplia, más allá de todo límite. Que cuando queramos y nos preparemos, juntas vamos a reparar lo herrado. No se trata de una comparación de quien hace más, el hombre o la mujer. Sino de una complementación, de una adecuada retribución de actividades, en busca de un mundo mejor.
       

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