Escuchar.
Evangelio de San Juan 5,24. “En verdad os lo digo, aquel que escucha mi
mensaje y cree en quien me envió, posee vida eterna y no será sometido a
juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida”.
El primer paso es escuchar el mensaje de Cristo, y su mensaje se
encuentra en la sagrada escritura. Nos sigue hablando a través de los santos.
Más bien inicia una lectura desde el corazón, esperando escuchar la voz
de Aquel que te ama.
Para experimentar la vida, no precisamente tienes que experimentar la
muerte cercana, sino que puedes estar,
según tú muy vivo y muy alegre, pero si no crees en tu Deidad; todo lo que
vives es falso, es una ilusión.
Porque es La Deidad quien da el
verdadero sentido a la vida, alegría y paz; y pisando el suelo de tu realidad,
te vas acercando a la verdadera felicidad.
Hay personas que se suicidan, y otras que sin recurrir al suicidio están
muertas en su interior.
Han perdido el horizonte, les gana la desesperación,
van caminando como ánimas en pena, arrastrando grandes cadenas.
Piensan que así es la vida, que esa es la triste vida que les tocó, que
no tuvieron suerte para recibir algo mejor.
Pero no es cuestión de suerte, ciertamente como ya he mencionado,
existen circunstancias en nuestra vida tan amargas y dolorosas que han
destrozado lo más bello e inocente que poseemos. Y eso no significa que voy a
vivir desdichada todo el resto de mi vida.
¿Cuál es entonces la solución?
¡Busca, busca a Cristo!,
Busca su rostro y no pares hasta encontrarlo, no está lejos, está más cerca de lo que te
puedes imaginar: está en tu interior.
El dolor más amargo que se puede sufrir, no lo es el físico sino el del
alma.
Porque con un alma sana, se pueden brincar todos los obstáculos.
Porque
un alma sana es libre y esa libertad le permite volar sobre todo lo corpóreo,
no digo que no sienta, pero sabe qué hacer con lo que siente, porque la
cuestión no es que no sientas, sino qué haces con lo que sientes.
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