domingo, 7 de junio de 2015

NAVEGANDO POR EL SENTIDO DE LA VIDA



Cristo es nuestro alimento.


Cuando se vive en escases, en pobreza material es cuando se valora más la vida, porque a falta de alimentos, a veces las personas no comen y siguen vivas.
Es para darnos cuenta que el pan físico es importante y no hay que negarlo a los pobres, pero el que nos sostiene con vida es el pan del cielo.
Jn.6, 33. “Porque el pan de Dios es el que viene del cielo y da la vida al mundo” y también dice JESÚS: “YO SOY EL PAN DE VIDA, EL QUE VIENE A MÍ NO TENDRÁ NUNCA HAMBRE, EL QUE CREE EN MÍ NO TENDRÁ SED JAMÁS.”
Hoy más que nunca es el momento de acercarnos  a Jesús pan de vida, ante tanta hambre de ambición, que hay en el mundo, ante tanta desesperación, hambre y sed de esperanza y amor. Antes de desfallecer acudamos a alimentarnos de Él, de su palabra, su doctrina, sus seguidores fieles, sus consagrados, sus Iglesias, sus confesionarios, sus sacramentos.
Acudamos a recibir su divino cuerpo a través de la eucaristía. Ahora  que hay hambre y sed corramos a él, antes de desfallecer.
Evangelio   de San Juan 6,47. “Yo soy el pan de vida, ciertamente nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, sin embargo murieron. Este pan es el que baja del cielo, para que quien lo coma no muera. Yo soy el pan vivo descendido del cielo, si alguien come de él, vivirá para siempre y el pan que yo os daré, para que el mundo viva es mi cuerpo”.
El pan físico nos alimenta en el momento, y es necesario, pero es indispensable el del Espíritu que es el que Cristo vino a traer. Es el que garantiza vida en el espíritu, motor de tu ser, para siempre. Si te alimentas de él, puede  ser que corporalmente te enfermes incluso mueras, pero sólo  muere tu cuerpo,  y tu estarás más vivo que nunca a través  del espíritu.

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