viernes, 29 de agosto de 2014

"Sexo, drogas y alcohol VII"






 

 

Libertad.



Todos soñamos y anhelamos la libertad; es natural que deseemos ser libres, pero es necesario tener en cuenta que la libertad no evade la responsabilidad, al contrario con esta se plenifica.



No juegues con la vida.



No olvidemos que detrás de toda relación genital entre un hombre y una mujer existe el riesgo de formar una nueva vida. Así que si no nos sentimos capaces de ejercer la responsabilidad, pues entonces no juguemos con la vida. 

Porque aunque muchas veces no se ve  o no se cree necesario el matrimonio por el hecho de que exista un embarazo, el bebé que viene en camino sí necesita unos buenos padres.
Por eso, no juguemos con Dios creador de la vida, no juguemos con nuestro cuerpo, ni con el de tu pareja, y mucho menos, con los seres inocentes que no piden entrar en nuestros juegos, pero que resultan victimas.

Sí, una tercera personita necesita de sus padres y no de nuestros egoísmos, ya que merece y es digno de nacer en un cálido hogar donde cariñosamente lo esperen un papá una mamá. 
Si no  nos sentimos capaces de darle ese lugar, entonces no juguemos ni con los demás, ni con nuestro cuerpo que es sagrado.
 Mucho menos se nos ocurra el aborto, pues es un asesinato, y no creo que después de hacerlo se tenga el suficiente valor, para auto denunciarse, por semejante crimen de un inocente.

Pero, para qué llegar a tanta tragedia,  mejor cuidarnos, de semejantes juegos,  pues somos de alta dignidad, y con un cuerpo sagrado que merece ser respetado, siempre. Y los primeros en respetarlo debemos ser nosotros mismos.

Estoy de acuerdo con que a veces el ambiente es muy tentador,  casi irresistible, y junto con nuestra débil naturaleza, las cosas no salen tan fácil; y muchos caen, pero, si nos esforzamos y resistimos, estaremos orgullosos en un futuro de poder contarlo con paz y alegría de haber conquistado, la cima por un bien mayor.

Es que no fuimos creados para ser juguetes, y aunque por un momento yo pueda sentir algo rico con el placer desordenado, esa no es mi esencia y realidad, para lo que fui creada; pues tengo conciencia y sentimientos, para vivir digna y humanamente, pero no jugando con mis sentimientos ni con el de los demás.

Una relación sexual en su máxima expresión sólo adquiere un delicioso sabor, como ya he manifestado anteriormente, desde el amor, que para disfrutarlo como tal se necesita de madurez.
Si ya has tenido esa experiencia y no se te hizo tal, es porque faltó amor y, madurez.
Podemos pensar estar maduros, pero solo en algún sentido, pero, yo me refiero a la madurez integral, que equilibre tu personalidad en su esencia real, como cuerpo y espíritu.
Cuando alcances esa madurez, tus principios para buscar placer serán distintos, con más respeto, delicadeza y responsabilidad.

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