.-Cuando fallan los cimientos.
Cuando fallamos
en nuestra vocación como vida consagrada, muchas veces es porque se nos olvida
que Dios es el actor, el principal protagonista, nosotros sus ayudantes, y
porque se nos olvida que en el prójimo atendemos a Dios.
Fallamos porque
confiamos en nuestras fuerzas, y no en la obra de Dios; de ahí derivan nuestras
múltiples caídas humanas que lejos de ayudar muchas veces dañan.
Parece que hemos
dejado de ver a Dios en el prójimo y necesitado y hemos empezado a ver en él a
un enemigo del que hay que cuidarse, guardarse y defenderse. Tampoco se trata
de ser imprudentes, en relación a la cultura de muerte que existe hoy, más bien
hablo de la calidad de nuestro apostolado.
El mundo tiene
sed de Dios.
Creo que nos
ayudaría mucho leer la obra de Víctor Hugo, “los miserables”, para aprender algo de
ahí.
Es que si
supiéramos aunque sea un poquito, lo que significa: fe, confianza, esperanza,
amor misericordia, compasión, perdón…
Si al menos reflexionáramos
un poquito más acerca de la frase: “misericordia quiero, y no sacrificios,
conocimiento de Dios más que holocaustos”.
Pero esto sólo
lo ha experimentado, quien se sabe pecador y miserable. Sólo quien ha sido el
hijo pródigo ha experimentado a su regreso
el recibimiento del Padre, y la fiesta que le ha organizado.
Pero aquel que
se siente justo, fiel e impecable, toma la actitud del hno. Del hijo pródigo.
Y me pregunto
-¿Cuántas veces hemos visto llorar a alguna persona? Y ¿cuántas veces nos hemos
permitido oír el clamor y el gemir de un alma?
Ciertamente como
vida religiosa y consagrada, muchas veces estamos dispersos. Porque hemos
dejado entrar a nuestra vida muchos distractores, muchos medios, que al no
tener disciplinada nuestra voluntad nos dejamos llevar por lo novedoso, y nos
vamos poco a poco alejando de lo esencial, de la médula de nuestra vocación.
Y, no es que
sean malos estos medios, pero es necesaria una purgación de los apetitos, para
saber hacer uso de ellos con libertad, de tal manera que no pierdan su función
de medios, y nosotras nuestra visión, del fin, de lo que es nuestra esencia;
con los pies firmes y descalzos en ello.
Sé que muchas
veces es difícil, pero Dios cuando llama y envía, es porque ya ha dado la
gracia. Gracia que a nosotros nos corresponde secundar, y si no, eso ya queda
bajo nuestra responsabilidad.
Entre los medios
que hemos dejado entrar está la tecnología, los medios de comunicación, la
ciencia, que es muy buena, pues antes no se tenía la oportunidad para preparase
muy bien. Pero tal parece que en muchos casos, mientras más elevado sea lo que
estudiamos, más nos olvidamos del prójimo. Cuando los estudios deberían
llevarnos a una mejor calidad de vida y a una mejor relación con Dios y con el
prójimo.
La tecnología
debe servirnos para un mejor y más eficaz servicio a los demás.
Los medios de
comunicación deben motivarnos, al tener un mayor conocimiento de la realidad
del mundo. Pero sólo Cristo es esencial; así que todo el uso de estos medios
debe estar encausado a Cristo y a la salvación de las almas.
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