Cultura de hoy, cultura de violencia y muerte.

Hoy, solemos preguntarnos:- ¿cómo hay gente que mata a sangre fría, y en cantidades elevadas?

Se escuchan  en las masacres que algunos son  culpables, y otros inocentes.

Existe luto, dolor, y se anda buscando al autor, al responsable de toda esta situación de terror. La respuesta es, pura falta de amor. Pero no sólo en los grandes narcotraficantes, sino en todo el país, en general.

Si  una persona desde su crecimiento no aprendió a amar y a  valorar la dignidad del ser humano, al sentirse amado y valorado como persona; no es imposible, pero si difícil, que lo logre más tarde, cuando ya tiene otros intereses egoístas, que ni siquiera a sí mismo les benefician.

La solución es el amor.

- Que los niños lleguen al mundo, no por un acto de sexo, o de placer, sino por una entrega de amor. Y así, en medio de pobreza o riqueza, sean recibidos con amor.

-Los maestros, que realicen su vocación, con amor. Y, no sólo como una profesión que les ayuda a vivir mejor.

-Que los empresarios traten a sus empleados con amor, y estos respondan con el mismo, en su labor.

-Los presidentes y gobiernos, valoren la oportunidad de servir, y lo hagan con amor.

-Los vecinos se conozcan y se traten con amor.

-Los consagrados, religiosas y sacerdotes, vivamos nuestra vocación con amor. Y no con orgullo, menos con frustración.

Si conociéramos y valoráramos la grandeza y belleza de nuestra dignidad, nos respetaríamos mucho, y también a los demás.

Si supiéramos lo bello que somos en la creación, y el misterio tan hermoso que nos envuelve; las cosas serían diferentes, serían mejor.

El amor, es paciente y servicial, no es envidioso, ni se engríe. Mantiene el debido decoro. No es egoísta, ni irascible, ni conserva rencor, no se alegra en lo perverso, sino, se regocija en la verdad. El amor no tiene límites. El amor no muere nunca. (1cor 13,4-8).

El amor es buscar el máximo bien para el otro, y para sí mismo. Porque así lo dijo Cristo: “amar al prójimo, como a sí mismo”.