domingo, 8 de abril de 2012


Hablemos de rostros.




¿Cuál es la imagen de tu rostro? Y ¿Qué es lo que está transmitiendo? Porque no es cuestión de presencia o ausencia de belleza física, sino de la importancia que tiene lo que reflejamos.

Creo que es conveniente traer siempre consigo un espejo, no para promover la vanidad, sino para tomar conciencia del rostro que solemos presentar.

Ciertamente, a veces por las circunstancias de la vida que nos han golpeado fuerte, y nos han dejado heridas, vamos cargando dolor en el alma y en el corazón. Pero no permitamos que estas quemaduras, se conviertan en ataduras, y que sólo nos permitan mostrar rostros de amargura.

Yo te invito a que retes el dolor de tu pasado, y de tu presente, y que con las mejores armas lo enfrentes. Sí, con optimismo, confianza, esperanza, con fe, con amor y caridad; ríete del dolor, porque no te va a dominar, sobre él tu vas a triunfar. Porque tienes a Cristo que resucitó, para poderte rescatar.

No te digo que no lo sientas, que no lo llores, que no lo sufras. Vívelo, pero también dale la oportunidad de salir, a esa fuerza que hay en ti, esa energía que te hace extender las alas, que te arranca de esa emboscada de espinos, y te permite volar cada vez más alto, donde desde lejos, y muy por debajo de ti, podrás mirar los espinos.

A veces por la rutina, el activismo al cual nos adentramos tanto, que olvidamos lo que estamos reflejando. Esto lo digo por experiencia:

 Un día  en medio de tanta actividad y aceleramiento, pasé por un espejo, y me miré, vaya susto que me llevé, que me dije: “¡Dios mío, con razón las hermanas me huyen!” y era un momento en el que ni estaba molesta, ni  angustiada, sin embargo eso era lo que estaba reflejando; y, no se vale.

Es decir cuando algo nos enoja, una injusticia, una ofensa, o por cualquier otra cosa,  hay una razón, un motivo para enojarse. Y el qué hacer, o cómo manejar el enojo, ese ya es otro tema. Pero continuando con el mismo tema, cuando se ha perdido a un  ser querido, detrás de una ruptura, etc. son motivos para rostros de dolor, pues somos humanos. Pero fuera de estas circunstancias, optemos mejor por presentar a los demás, rostro de acogida y serenidad, que los haga sentirse, valiosos amados, valorados.

 Alegres, porque el pasado atrás ha quedado, ¡Cristo ha Resucitado!, vive a nuestro lado, nuestras heridas ha sanado, y de gozo nuestro ser,  con su presencia ha llenado.



No hay comentarios:

Publicar un comentario