Coraje: a veces nos asustamos cuando los
niños nos manifiestan en lugares públicos, escenas de mucho coraje, y nosotros
ciegos nos preguntamos acerca del porqué
de esta reacción. Es tan sencillo acaso, nosotros en casa cuando por accidente
se cae la ropa, o la comida no queda como esperábamos, o el carro falla, el
trabajo, etc. ¿no es cierto que solemos aventar las cosas, gritar e incluso
hasta llegamos a utilizar palabas obscenas? Y todas las reacciones de coraje
que solemos manifestar ante los niños cuando nuestro esfuerzo no alcanzó el
éxito anhelado.
Todo esto es lo que
hacemos nosotros los adultos, que siendo mayores de edad, no hemos aprendido a
controlar nuestras emociones tampoco a practicar la paciencia. Sobre todo ante
las situaciones de conflicto, no sabemos
enfrentarlos positivamente y con la cordura
adecuada.
Entonces ¿cómo podrá
un niño de poca edad y de poca experiencia, controlar sus actitudes? Si en su
casa lo primero que tiene como espejo es el coraje y la ira mal manejada. Y aún
así no los entendemos y los juzgamos.
El primer espejo en el
que se miran los niños, es el de casa.
La solución la
tendremos nosotros los adultos; cuando aprendamos a manejar nuestras emociones,
y cuando lo logremos, enseñémoselo a los
niños ya que es algo muy
importante, y así sean más aceptados y comprendidos por las personas que tienen
a su alrededor incluso los mismos niños.
Impaciencia: esta es otra de las cosas que nosotros los adultos les enseñamos a los
niños. Es cierto que el niño no espera a que le den las cosas y las toma, no
espera permiso y toca lo que quiere conocer, no espera una hora adecuada para
sus alimentos y los pide. Y nos volveremos a preguntar una vez más acerca del
porqué de esta conducta.
¿Acaso nosotros si
sabemos esperar? Sobre todo cuando el esposo se tarda en llegar, ¿lo recibimos
siempre con palabras amables? O al contrario, nos alteramos, perdemos la
paciencia en todo, empezamos a gritar, y a usar palabras altisonantes e hirientes.
Entonces cómo nos
atrevemos a decir que un niño se porta mal, sólo por estar repitiendo lo que se ha acostumbrado a
ver y a vivir. Ya que el no actúa sólo por lo que oye. Sino también por lo que
ve y vive. Y no se vale decirle: -tú no repitas lo que nosotros hacemos, pues
nosotros somos grandes y sabemos lo que hacemos y tu no por estar pequeño, tú
pórtate bien. Estas son palabas que se le van a olvidar, él siempre va a
realizar las cosas como las vive. Los niños aprenden de nuestros ejemplos.
Desesperación: cuando hablamos de desesperación, casi es lo
mismo que le enseñamos con la impaciencia. Hemos de tomar las cosas siempre con
calma, con paz y serenidad, para que los niños lo vivan de esta manera y puedan
disfrutar cada instante de su infancia y nosotros con ellos.
Venganza: puede ser que nosotros digamos: _ eso nunca se lo enseñaría a un
niño. Pero, ¿qué es lo que le enseñamos cuando le decimos si algún compañero te golpea, tu también haz
lo mismo? Lejos de enseñarle a charlar, a dialogar y si a ser precavido, más no agresivo. O que
decimos, cuando estamos planeando delante de
él, como vengarnos de alguna circunstancia del esposo que no nos haya
agradado, o nos haya ofendido. O de las amigas, etc. Y todo esto lo hacemos
delante de él. Pues qué creemos que es
el niño, ¿un muñeco o algún animalito? No dramatices tratando de justificarte,
más bien analiza bien como lo tratas porque
tal vez, las Comparaciones te parezcan duras, pero esos sólo son
expresiones, que a veces son mínimas en comparación de la realidad.
¡Vamos adultos! ¿Cómo
estamos formando a nuestros niños? Eso que tanto detestamos de los adultos, es
lo que les estamos enseñando a nuestros hijos o a los niños que tenemos bajo
nuestro cuidado. Les estamos robando alegría y felicidad, ya que no debemos
olvidar que estas Dios nos la confiado.
Existen ocasiones en
los que se utiliza a los niños para vengarse del conyugue. Con actitudes completamente negativas se les
priva de los alimentos, y muchas otras cosas que son importantísimas para
ellos, nos dejamos cegar por el coraje y con los inocentes nos desquitamos. Y
lo más desesperante es que son por motivos que no valen la pena, pues a veces
es porque no llega el esposo puntual, o por que se pelean con él, etc. Mi
pregunta y mi dolor son ¿por qué desquitarnos con los niños, o por qué
utilizarlos? Ellos no se tienen la culpa de las buenas o malas actitudes y
conductas de los padres. Ellos sólo son niños, y merecen y tienen todo el
derecho de ser ellos mismos. ¿Por qué arrebatarles algo que por don y gracia de
Dios les corresponde?
No hay comentarios:
Publicar un comentario