domingo, 6 de noviembre de 2011

Lo que se pudo rescatar de cuando la epidemia avanzó.


Bien, pues la influenza, siguió aumentando, y cobrando sus víctimas. Para mí, esto fue un aviso, un mensaje de Dios, pues aquello que no habíamos valorado, que habíamos dejado para después, se nos estaba yendo de las manos. Nos estábamos quedando con nuestros logros materiales, pero con un vacío terrible y con amargo dolor.
Era momento entonces de regresar a su lugar al corazón, para darle importancia, sólo a lo que en realidad vale la pena, nuestros seres queridos.
Es hora de darnos cuenta que es necesario dejar de trabajar, pelear  y luchar tanto sólo por lujos, comodidad, y puro material.
Empecemos a hacerlo pero por nuestra dignidad, nuestras relaciones con los demás. Recuperemos el dialogo, la amistad, recuperemos con sanidad lo valioso de la sociedad, es decir la humanidad. Llegó el momento para compartir y dedicarles amor, servicio y atención a los demás.

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