lunes, 19 de noviembre de 2012



Detrás de una experiencia.

 

Para entender a lo que me refiero es necesaria una experiencia profunda y para que esta se dé, se necesita  una disposición y apertura a toda posibilidad, sí, se trata de estar siempre abiertos, aún cuando no entendemos ni comprendemos.
 
Hablando un poco de mí; mi experiencia se llama Dios. Es atravez de ÉL que fui encontrando la libertad y como consecuencia mi encuentro con una profunda y verdadera felicidad. Aún me falta más por descubrir pues aún estoy de camino, pero estoy muy contenta y feliz.
 
A mí nadie me dijo: ya no hagas esto o lo otro; y aunque me lo hubieran dicho, no fue sino hasta que un día normal como todos, y sintiéndome esclava, y resignada a no tener solución, me empecé a encomendar a un hombre llamado Jesucristo, al cual no conocía, y la imagen que tenía ante mí, era de un cuerpo muerto, sin embargo me atreví a suplicarle con lagrimas, que me ayudará, que se apiadara de mí, esto lo hice por algún tiempo.
Sin habérmelo ni siquiera imaginado, de pronto un día, tuve un encuentro con él, que está vivo. Si, un hombre de tez morena, cabello largo, oscuro y ondulado, de ceja muy poblada y ojos bellos. Con una voz hermosísima y varonil, pronuncio mi nombre y en diminutivo, como me gusta escucharlo.

Este fue el acontecimiento que marcó mi vida, atravez del cual empecé un proceso de clarificación y conocimiento de la realidad, y de mi realidad. De lo que estaba viviendo y de lo que estaba llamada a vivir. 
Fue tal el impacto de dicha experiencia que ya no le encontraba sentido a lo que estaba acostumbrada y que se me hacía muchas veces de lo más normal. Desde esa experiencia, ya sólo me interesaba ese HOMBRE, con el que me había encontrado, seguirlo, y conocer y colaborar en su proyecto.


Me atrevo a hacer la siguiente comparación, que aunque es muy lejana a la realidad de esta experiencia creo, que atravez de ella se puede entender un poco más. _es como si conocieras de pronto a un gran magnate, un hombre muy rico y millonario; Ante el cual tu creías pasar desapercibida, de pronto te lo encuentras y te das cuenta que te tiene muy bien identificada, pero no te dice mucho, no te invita a trabajar, pero te deja su dirección para que lo busques si así lo deseas. Pues lo primero que haces es ir a buscarlo, visitarlo, pensando en que tal vez pudieran ser amigos, o te pudiera ofrecer trabajo, en fin.
 
Bien pues esto es lo que pasó conmigo. Jesús que me habla y me deja como su dirección encontrar un claustro. Desde ese momento planee todo para dejarlo todo e ir en su búsqueda, quería ver donde vive, qué hace, etc. Y al llegar a este lugar que él me había mencionado, me encuentro con un grupo de mujeres muy sencillas y muy felices, que viven con él y para él. Él no tiene grandes empresas, pues el mundo entero le pertenece.
 
Con esto no pretendo decir que todos se hagan monjes y monjas, sino que se dejen desafiar por la experiencia, y se lancen a conquistar la libertad y felicidad que ofrece este Hombre, llamado Jesucristo, que muchas veces podríamos pensar, que está muerto, pues murió crucificado, y que el que haya resucitado, pudiera ser producto de un pensamiento, fanático y poco ilustrado. Pero no es así, pues está vivo, y más presente en la realidad, de lo que pudiéramos imaginar, de no haberlo comprobado con la  experiencia que él me regaló,  no lo estaría afirmando con tanta seguridad.
 
Es aceptando el reto que él nos ofrece, que podemos, ir caminando de bien en mejor, soltando cadenas y ganando libertad, al mismo tiempo que logrando ser auténticos, y no sólo uno más de la masa, sino alguien diferente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario