Últimamente creo que han relacionado casi todo
lo que nos rodea, para promover el sexo. Haciéndonos creer que es una necesidad
y que por lo tanto caer en ello es de lo más
normal.
Este tipo de pensamientos han contaminado tanto
nuestra mente atravez de los medios de comunicación que nos lo hemos creído y
nos concentramos más en lo físico. Esperando desde ahí, poder tener el control,
y al darnos cuenta que físicamente es
más difícil, optamos mejor por seguir le haciendo caso a los medios de
comunicación.
Muchas veces, esas búsquedas de sexo, no son más que efecto
de contacto con revistas pornográficas,
películas pornográficas, alcohol, drogas etc. depresión, y como una forma de
huir de la realidad.
Para empezar, las revistas presentan el sexo,
como un placer experimentado en diferentes posturas, y es así como nos engañan,
para creerlo y animarnos a hacer la prueba. Todo lo que nos presentan las
revistas de este tipo, no son más que obras realizadas por personas
enfermas, (digo esto porque una persona
sana, íntegra y equilibrada no se presta a esto) quienes reciben un sueldo por
colaborar en atrofiarnos la mente.
Una relación sexual íntima, sólo adquiere
verdadero sentido; y sabor profundo y duradero, cuando se lleva a cabo desde el
amor.
La doctrina y enseñanza de Jesucristo en esto
tiene un papel fundamental. Que sólo siguiéndolo lo podemos descubrir.
Lo mismo pasa con las películas pornográficas,
que nos presentan aventuras, padrísimas, pero fuera de la realidad, pues han
sido bien planeadas, y con gente bien pagada, para cumplir su objetivo, de
dejarnos arrastrar por los instintos más bajos, y sin hacer uso de la razón nos
vamos dejando esclavizar.
Como humanos sabemos cuál es nuestra parte
débil, a la cual seremos victimas sino trabajamos por ir más allá, con la
integración de nuestro ser.
La realidad es que las circunstancias y la vida
misma, no son como nos lo presentan las películas, ya que ni las mujeres, ni
los hombres estamos hechos para ser utilizados en busca de placer, ni para
dejarnos llevar por nuestros instintos, en cualquier momento.
Sino que hemos de tratar de mantener siempre el debido respeto y delicadeza hacía los demás, mirarlos como
algo sagrado, puro e inocente, con una
mirada limpia que traspase lo corpóreo y vaya a su esencia como criaturas
predilectas de Dios con una dignidad preciosa, y una belleza en el alma, que se
refleja en todo su ser, que es lo que a simple vista se ve a través de su
físico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario